domingo, 4 de junio de 2017

PÁGINA 212

2. La ergonomía es el conjunto de técnicas que tienen como objetivo adecuar el puesto de trabajo al individuo, teniendo en cuenta sus condiciones físicas y psíquicas.

3. Desencadenan sobre todo trastornos musculoesqueleticos como la tendinitis, el síndrome cervical, síndrome del tunel carpiano, lumbalgias, etc.

4. Se producen por agentes vivos o por derivados de ellos, dentro de los cuales se incluyen bacterias, virus, hongos y parásitos.

5. Pueden ser citoestáticos, gases anestésicos, óxido de etileno, formaldehído, etc.

6. Estrés
El estrés es un proceso natural del cuerpo humano, que genera una respuesta automática ante condiciones externas que resultan amenazadoras o desafiantes, que requieren una movilización de recursos físicos, mentales y conductuales para hacerles frente, y que a veces perturban el equilibrio emocional de la persona.

Se trata de una respuesta fisiológica y psicológica de una persona que intenta adaptarse a las presiones a las que se ve sometida, originada por el instinto de supervivencia del ser humano, en la que se ven involucrados muchos órganos y funciones del cuerpo, como el cerebro y el corazón, los músculos, el flujo sanguíneo,  la digestión...
Si bien en un primer momento la respuesta de estrés es necesaria y adaptativa, cuando ésta se prolonga o intensifica en el tiempo, la salud, el desempeño académico o profesional e, incluso, las relaciones personales o de pareja del individuo se pueden ver afectadas. 
Causas de estrés o factores de riesgo
  • Factores físicos estresantes
  • Exposición a productos químicos.
  • Ruido.
  • Sobreesfuerzo.
  • Malas posturas.
  • Temperaturas extremas.
  • Hacinamiento.
  • Hambre.
  • Falta de sueño.
  • Factores emocionales y mentales
  • Mudanzas y obras en casa.
  • Exámenes.
  • Problemas de pareja.
  • Desempleo.
  • Muerte o enfermedad grave de un ser querido.
  • Retos en el trabajo.
  • Discusiones laborales o familiares.
  • Competitividad.
  • Atascos de tráfico.
  • Falta de tiempo para realizar tareas y para dedicar al ocio.
Los síntomas de estrés más frecuentes son:
  • Emociones: depresión o ansiedad, irritabilidad, miedo, nerviosismo, confusión, fluctuaciones del estado de ánimo, etcétera.
  • Pensamientos: excesivo temor al fracaso, excesiva autocrítica, olvidos, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, pensamientos repetitivos...
  • Conductas: risa nerviosa, trato brusco hacia los demás, incremetno del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, aumento o disminución del apetito, llantos, rechinar los dientes o apretar las mandíbulas, etcétera.
  • Cambios físicos: tensión muscular, manos frías o sudorosas, insomnio, dolores de cabeza, fatiga, problemas de espalda o cuello, indigestión, respiración agitada, perturbaciones en el sueño, sarpullidos, disfunción sexual, etcétera.
Depresión
La depresión es un trastorno del estado de ánimo, que se traduce en un estado de decaimiento y claudicación psicológica y biológica del paciente importante y continuado, y se manifiesta a través de síntomas psíquicos (pudiendo aparecer desinterés, tristeza, desmoralización, disminución de la autoestima...) y somáticos (pudiéndose presentar en forma de pérdida del apetito, disminución del peso corporal, astenia, alteraciones del sueño con periodos de insomnio y de somnolencia, etcétera).

Factores genéticos
La presencia de antecedentes de depresión en el ámbito familiar cercano (padres y hermanos) incrementa en un 25-30% la probabilidad de sufrir depresión. En diversos estudios se ha determinado que en los gemelos monocigóticos hay un 50% más de probabilidades de que uno de los hermanos padezca depresión en el caso de existir precedentes en el otro. Este porcentaje se reduce al 25% en el caso de gemelos dicigóticos.

Factores fisiológicos
La aparición y cronificación de la depresión se ha relacionado especialmente con un descenso de los niveles de serotonina a nivel de las uniones neuronales. Por este motivo, en el tratamiento de la depresión se emplea en ocasiones un grupo de fámacos, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, cuya función consiste precisamente en modificar los niveles de serotonina que se encuentran alterados en estos pacientes. Existe, además, un grupo de enfermedades estrechamente ligadas a la aparición de depresión, la mayoría de ellas relacionadas con alteraciones endocrinas:
  • Migraña.
  • Diabetes.
  • Hipertiroidismo.
  • Síndrome de Cushing.
  • Enfermedad de Adisson.
  • Amenorrea hiperprolactinémica.
Factores personales
Se ha visto que existe un porcentaje significativamente mayor de depresión en mujeres que en hombres. La edad también es un factor influyente, y la franja comprendida entre los 35 y los 45 años es la de mayor incidencia de depresiones. El embarazo y el posparto son etapas vitales de la mujer con un mayor riesgo de aparición de depresión debido a las alteraciones hormonales sufridas.

Factores ambientales
Se consideran factores potenciadores de la aparición de este trastorno todos aquellos que son negativos para el sujeto (estrés, ansiedad, incapacidad de encauzar los problemas...) en cualquiera de sus ámbitos personales (laboral, familiar…), en especial si el sujeto se encuentra además en una situación de dependencia o consumo habitual de alcohol, tabaco, drogas, etcétera. Una situación de escasas o nulas relaciones interpersonales potencia especialmente estos factores.

Un episodio depresivo se diagnostica a través de los siguientes parámetros:
  • Estado de ánimo depresivo, de duración no inferior a dos semanas.
  • Situación no atribuible al empleo de sustancias psicoactivas o a la presencia de algún trastorno mental orgánico.
  • Presencia de síndrome somático: en otras clasificaciones se denominan “síntomas melancólicos” o “síntomas endogenomorfos”. Son:
    • Disminución o desaparición del interés y la capacidad de disfrute por las cosas que anteriormente resultaban placenteras.
    • Ausencia de respuestas emocionales ante eventos que, generalmente, suelen desencadenar reacciones.
    • Alteraciones del sueño: es especialmente frecuente la incapacidad de conciliar el sueño (insomnio de conciliación), la de mantenerlo durante más de dos horas consecutivas (insomnio de mantenimiento), o despertarse al menos dos horas antes de la hora prevista.
    • Empeoramiento progresivo durante el día del humor depresivo.
    • Aparición de lentitud en las funciones motoras o agitación.
    • Disminución marcada del apetito.
    • Disminución del peso corporal por descontrol alimentario (aumento o descenso marcado del apetito) de al menos un 5% en el último mes evaluado.
    • Disminución marcada o ausencia de apetito sexual.
    • Pérdida de la autoestima y de la confianza en uno mismo. Sentimiento de inferioridad no justificado prolongado en el tiempo.
    • Autoreproches constantes y desproporcionados con sentimiento de culpa excesiva e inadecuada.
    • Pensamientos de muerte o suicidio recurrentes, incluyendo tentativas.
    • Disminución de la capacidad de concentración y pensamiento. Suele acompañarse de falta de decisión.
     
Síndrome de Burnout
El burnout (o ‘síndrome de estar quemado’ o del ‘trabajador desgastado’) es un síndrome relacionado con una respuesta de estrés crónico o mantenido en el trabajo. Este síndrome va mucho más allá que el mero estrés laboral, ya que supone una disminución de la capacidad de la persona para poner en marcha estrategias de afrontamiento, lo que se relaciona con importantes repercusiones para el trabajador y para la empresa.
El burnout es más frecuente en las mujeres, en personas sin pareja o con poco apoyo familiar, y durante los primeros años del ejercicio profesional. Este último dato puede explicar por qué el porcentaje de burnout es mayor en trabajadores jóvenes que en aquellos de más de 35 años.
El burnout es producto de la interacción entre las características del trabajador (la persona) y de la empresa (la institución).
En lo que respecta al trabajador son importantes su capacidad de afrontamiento, resistencia ante circunstancias negativas y provocadoras de estrés. Según diferentes autores, cuando mayor desajuste hay entre la persona y el trabajo será mayor la probabilidad de padecer burnout. Dicho desajuste en la persona depende de su motivación, compromiso, interés o competencia para realizar su trabajo. Las personas que tienen un mayor riesgo de padecer burnout suelen tener un perfil personal caracterizado por:
  • Idealismo y optimismo en el trabajo.
  • Les parece importantes las relaciones personales en el trabajo. Se trata de personas idealistas, optimistas y entregadas en exceso al trabajo, no guardando una relación de objetividad entre los recursos personales del trabajador con las demandas del cargo.
  • Suelen tener baja autoestima y piensan que lo que les ocurre no depende de ellos.
  • Baja tolerancia al fracaso y sensibilidad a la crítica.
  • Labilidad emocional (respuestas emocionales desproporcionadas, como lloros o risas exageradas).
Sin embargo, en el ajuste entre el trabajo y el trabajador, la empresa también tiene mucho que decir. Los factores de riesgo para el padecimiento de burnout por parte de la misma tienen que ver con el ambiente organizacional. Aspectos como la sobrecarga de trabajo, no permitir el control de su trabajo al propio trabajador, las ausencias de refuerzo o las recompensas insuficientes, la falta de apoyo o confianza hacia el empleado, la falta de imparcialidad ante los trabajadores (injusticias), los conflictos de rol (pedir al trabajador hacer dos tareas incompatibles), la ambigüedad de rol (no dejar claro a la persona contratada qué se espera de él) o incompatibilidad entre el rol a desempeñar y la ética moral son algunos ejemplos de cómo una mal clima organizacional puede provocar este síndrome.

Para el diagnóstico de burnout el paciente debe referir tres síntomas básicos:
  • Intenso agotamiento: sensación de falta de energía.
  • Despersonalización hacia el trabajo o lo relacionado con el mismo entendido como desapego por el trabajo lo que puede dar lugar a comportamientos negativos e insensibles.
  • Baja autoeficacia y sensación de falta de realización personal.
Todo ello, se asocia de forma frecuente con síntomas emocionales como ansiedad, tristeza-depresión, ira-hostilidad… También es frecuente la aparición de alteraciones del comportamiento como el ausentismo laboral o los hábitos tóxicos.
Finalmente, cuando el burnout es demasiado duradero aparecen secuelas en nuestra salud física como pueden ser las cefaleas, el insomnio, los trastornos gastrointestinales, etcétera.

Crisis de ansiedad
La ansiedad es una emoción natural que permite que llevemos a cabo una conducta de afrontamiento eficaz ante las situaciones que valoramos como peligrosas. Cuando la ansiedad excede en frecuencia, intensidad o duración deja de ser adaptativa para convertirse en un problema. Esto es lo que ocurre con las crisis de pánico, también denominadas crisis de ansiedad o crisis de angustia, donde la persona experimenta elevados niveles de ansiedad tan intensos que le llegan incluso a aterran.
Actualmente y según las últimas clasificaciones al respecto de este trastorno se define como crisis o ataque de pánico a episodios de miedo intenso de inicio más o menos brusco, espontáneo, y que puede variar entre unos minutos y hasta una hora de duración. Su expresión clínica viene definida por un buen número de síntomas somáticos como la taquicardia o el dolor de pecho.
La crisis se basa en la interacción de varias de las siguientes causas:
  • Un elevado rasgo de ansiedad: las personas que tienden a interpretar un mayor número de situaciones como peligrosas o amenazantes tienen una mayor probabilidad de sufrir estos episodios.
  • Un error a la hora de interpretar las señales que le llegan de su propio cuerpo: hay personas que son muy sensibles e interpretan de manera muy alarmista determinadas señales biológicas como el ritmo cardiaco o la frecuencia respiratoria. Cuando sienten un cambio en alguno de ellos lo interpretan como amenazante desarrollando el círculo del pánico a partir de una activación del Sistema Nervioso Autónomo Simpático.
  • Factores genéticos: existe una incidencia ocho veces mayor que la población general en aquellos pacientes cuyos familiares de primer grado presentan este problema.
  • El consumo de sustancias que pueden alterar nuestro sistema nervioso: altas dosis de cafeína, consumo de estimulantes, etcétera. También el síndrome de abstinencia de algunas sustancias (alcohol, tabaco…) puede dar lugar a estos episodios.
  • Padecimiento de algunas enfermedades: hipertiroidismo e hipotiroidismo, arritmias y otras.
 Síntomas:
  • Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca.
  • Sudoración.
  • Temblores o sacudidas.
  • Sensación de ahogo o falta de aliento.
  • Sensación de atragantarse.
  • Opresión o malestar torácico.
  • Náuseas o molestias abdominales.
  • Inestabilidad, mareo o desmayo.
  • Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).
  • Miedo a perder el control o volverse loco.
  • Miedo a morir.
  • Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).
  • Escalofríos o sofocaciones.



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